viernes, 29 de octubre de 2010

¿Princesas? No, gracias.

Siempre me han dicho que las princesas no lloran. Que nunca están mal. Que jamás dejan de sonreír. Que no tienen miedo a nada. Que son valientes. Que pueden conseguir lo que quieran. De pequeña siempre me dijeron que yo era una pequeña princesa pero... no lo era. Ni lo soy ahora. No lo soy porque yo sí que lloro y también estoy mal. No sonrío siempre y tengo miedo a muchas cosas. Nunca me gustaron las princesas. Desde niña las he odiado. Quizá sea porque ellas representan todo lo que yo no soy ni fui, y todo lo que la gente ve bien. Suelo llevar la contraria al mundo entero. Lo sé. No lo puedo negar, pero... jamás en mi vida he intentado ser algo que no soy. No soy una princesa y no quiero serlo. No espero que todo me salga bien. No creo en los príncipes  azules que son capaces de cambiarte la vida en un abrir y cerrar de ojos. Solo conozco sapos y ranas que siempre terminan haciéndome daño. No creo en palacios de cristal ni en besos de ensueño. No creo en nada porque todo es irreal. Ahí fuera las cosas no son como parecen. Hay personas increíbles y otras que es mejor tener lejos. Hay momentos inolvidables y otros que desearías borrar de tu mente. No existe un equilibro entre el bien y el mal. Los malos siempre ganan y los buenos pierden.

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