Esa sonrisa que me vuelve loca, esa mirada tuya de ojos azules con esa sonrisa de pillo... Cuando me tocabas, esa adrenalina que ahogaba mi cuerpo. Con esas ganas de quedar contigo que tenía, arriba, en mi habitación, maquillándome horas y horas, sin poder parar de cantar. Las veces que me cambié de ropa. Cuando me encontraba contigo y el corazón se me salía del pecho. Todos esos momentos nadie los puede comprar, porque no tienen precio. Y te digo, gracias por regalármelos.
Lo que pasa es que echo de menos todo eso.
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